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Carta a los Secuestradores, texto de Lydia Cacho.


Definitivamente las mujeres tenemos otras voces, otra forma de decir las cosas e incluso otra perspectiva de un mismo tema y este texto de Lydia cacho expresa perfectamente lo que ve una mujer en un secuestrador. 

Ahí mismo está la respuesta de porque el narcotráfico crece, por que hay mexicanos enojados, desesperanzados, desilusionados, mínimos que no les gusta su realidad y la falsa salida la encuentran en una carrera delictiva. 

Más allá de un ser humano amenazando a otro está una profunda inconformidad con su existencia en un país que parece no ofrecerle nada. 

Cuando una vida tiene un precio en dinero o en balas, la muerte no es el mayor miedo, es el fin. Una vida rápida es el camino y las víctimas en el camino son el medio. 

Sin embargo y al final del día son seres humanos que sienten, sueñan, quieren desean y se darán cuenta que la esencia es la misma, el anhelo más profundo es la búsqueda del amor. De tal forma que ganan perdiendo y pierden demasiado se pierden a si mismos.


Aquí el texto de Lydia Cacho, ella no está sola somos muchas y muchos los que anhelamos un México mejor.


Cada vez que uno de ustedes asesina a una persona, se hace más pequeño ante sí mismo y ante los demás. No, no son grandes, ni valientes, ni fuertes ni malos profesionales. Su vida carece de sentido y por eso consideran que secuestrar, torturar y cobrar por ello les hace grandes y poderosos. El poder que tienen en realidad es minúsculo, no depende tanto de ustedes como de la incapacidad, ignorancia y debilidad de quien debiera ser su adversario: las autoridades mexicanas.

Ustedes son un puñado regado por todo el país; hay millones de hombres y mujeres que no les temen, que no se arrepienten, que no se venden ni venden a sus familiares a cambio de que ustedes les perdonen, magnánimamente, la vida.

El dinero tampoco los hace mejores; ni sus camionetas y autos de lujo, ni las armas de alto calibre, ni la mirada ruda que finge no sentir nada, porque ustedes, la mayoría deben beber o drogarse para soportar la vida. Duermen con miedo aunque lo nieguen, miedo de la traición de su pareja, de sus compas, de sus cómplices policiacos. Este país, México no es tan suyo como imaginan, aunque vean en los periódicos las portadas con sus fechorías, y celebren a escondidas que otro medio les dio ocho columnas, que la tele los hace cada vez más malos ante la mirada de la sociedad; es un espejismo, cada vez que matan a alguien, ustedes empequeñecen.

Hace una semana una mujer murió en manos de un secuestrador que debió suicidarse sin saber qué hacer. Antier, asesinaron a Benjamín Le Barón, pero su comunidad no está asustada, está indignada y les rebasa en número y en fuerza moral.  Ustedes cuentan con la cobardía y avaricia de algunos gobernadores, procuradores y jueces, eso está claro. Sin embargo no crean todo lo que ven, todo lo que leen. Este país no vivirá secuestrado por el miedo. Cada vez hay más gente que les señala, que les reconoce, que logrará, como hizo Benjamín Le Baron, que otra veintena pague por sus delitos. Ustedes, en realidad, son poca cosa, su camino es el equivocado, y este país aun es nuestro. 

Texto tomado del sitio oficial de la autora: www.lydiacacho.net

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